Si desde la invasión de Gaza veníamos advirtiendo del peligro de una regionalización de la guerra de consecuencias imprevisibles, la invasión terrestre del Líbano iniciada por el ejército israelí, supone una constatación de los peores augurios y un terrible avance en la escalada de destrucción que el ejecutivo ultra de Netanyahu ha decidido poner en marcha.  

Tras meses de continuos ataques a la población civil palestina que se ha saldado con más de 40.000 personas asesinadas -la mitad de las cuales son mujeres y niñas y niños-, Israel ha puesto su foco ahora en el Líbano, en una nueva acción contra el derecho internacional. 

Una vez más Israel somete a todo un pueblo a las mismas barbaridades que sufren los palestinos, pagando la clase trabajadora palestina y libanesa las ambiciones de la elite político-económica israelí, a la que parece no pesar los asesinatos de miles y miles de civiles.

El gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu vuelve a demostrar que no va a salir del delirio en que lleva inmerso desde hace años, desoyendo a la comunidad internacional que clama por un alto al fuego. Muchos temen que la tensión a la que la región está siendo sometida pueda acabar en un conflicto abierto con el régimen Iraní cuyas consecuencias serían catastróficas y de enorme repercusión mundial.

La invasión de países independientes, al igual que el acometimiento de un genocidio, no puede escudarse en la autodefensa, y como recuerdan otras como la estadounidense de Irak y Afganistán, las consecuencias siguen retumbando décadas después. 

Terrible avance en la escalada de destrucción 

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) recogía en su resolución sobre la paz en Palestina la posibilidad de globalización del conflicto, pero el ejecutivo de Netanyahu, que se ha enfrentado ya a numerosas protestas y a varias huelgas contra su desenfrenada política bélica, sigue haciendo oídos sordos. 
La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores hace un llamamiento a los gobiernos de la Unión Europea para que no sean partícipes ni cómplices de esta política militarista al poner en riesgo una paz que hoy en día parece ya inexistente tras la invasión de Rusia de Ucrania, la situación en Yemen, etc.

UGT seguirá trabajando para que el movimiento sindical ponga en el centro de importancia a las trabajadoras y los trabajadores, evitando que estos conflictos se entiendan solo bajo la perspectiva geopolítica y económica, olvidando el desastre humanitario que sufre la población civil.