El pasado mes de diciembre se produjeron hechos de extremada gravedad en Corea del Sur. Tal y como denunció la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT), el hoy expresidente Yoon Suk-yeol proclamaba la ley Marcial argumentando que la oposición a su Gobierno (fuerza mayoritaria en el legislativo) simpatizaba con Corea del Norte, lo que justificaba suspender cualquier actividad política y la prohibición de la libertad de expresión. 

Este ataque a la democracia en Corea del Sur es un ejemplo de la debilidad democrática que se está consolidando en una mayor parte del mundo. 

En el caso coreano vemos una dinámica muy propia de la ultraderecha: acusar a la izquierda de traición a la patria cuando esta cuestiona las decisiones de la primera. Estas intentonas de golpe de Estado en una democracia consolidada como la coreana (y cabe recordar que España lleva solamente una década más que Corea siendo una democracia) son un recordatorio de la urgente necesidad de defender los sistemas de soberanía popular y Estado democrático. 

La respuesta de las centrales sindicales FKTU y KCTU, partidos de la oposición y de la mayoría de la población, paró los pies a la imposición de la marcial que en un inició contó con el apoyo del Ejército y que intentó impedir la votación de la Asamblea Nacional. Las protestas, levantamientos, paros e incluso la Huelga General indefinida fueron algunas de las acciones que el sindicalismo surcoreano promovió y ejecutó con el objetivo de que se arrestara inmediatamente a Yoon Suk.

Tras algunas semanas en las que la tensión nacional incluyó episodios como el arresto del ministro de Defensa por abuso de poder o la negativa de la seguridad del Palacio Presidencial a permitir el acceso a las fuerzas policiales a la sede del Gobierno para detener a Yoon Suk, se alcanzó cierta estabilidad política con el encarcelamiento del líder golpista.

La situación actual impedirá la visita de una delegación de FKTU

Pero, hace tan solo unos días Yoon Suk fue puesto en libertad “por motivos técnicos y jurídicos” tras el dictamen del Tribunal de Detención de Seúl, aunque esto no lo eximirá de enfrentarse al juicio político que puede confirmar su destitución definitiva como presidente. Es importante insistir en que estamos ante un presidente de ultraderecha global que se ha manifestado reiteradamente contrario a cualquier movimiento dirigido a conseguir justicia social o igualdad y, como sucede con todos ellos, violentamente antisindical. 

A finales de este mes, UGT iba a recibir a una delegación de la central FKTU, pero el encuentro ha tenido que ser cancelado por la situación actual en el país. Ante estos hechos, el sindicato quiere mostrar su solidaridad con KCTU y FKTU y reconocer la gran labor que están haciendo para defender la democracia en su país, en lo que constituye un ejemplo del compromiso de las organizaciones sindicales con la legalidad, la paz y el progreso.