Según los datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus, que cuenta con el respaldo de la Organización Meteorológica Mundial, el mes de julio de 2023 se ha convertido en el mes con la temperatura media global más alta desde que comenzaron los registros. Incluso se ha apuntado a que estos niveles de calentamiento no se han producido en nuestro planeta en, al menos, 120.000 años.

Esta situación ha estado íntimamente relacionada con las olas de calor que se están sufriendo en Europa, Asia y América del Norte y que están produciendo un gran impacto para la salud de las personas, la naturaleza y la economía. Por otro lado, las épocas de sequías prolongadas, el aumento de las olas de calor, la subida generalizada de las temperaturas… todos fenómenos producidos por el cambio climático, tienen como resultado un incremento del estrés hídrico que, junto a la acumulación de la vegetación, favorece la aparición de Grandes Incendios Forestales (GIF).

Canadá ha vivido una ola de incendios catastrófica y sin precedentes. En la región Mediterránea hemos visto incendios descontrolados en Grecia, Italia y Argelia, que han causado numerosas personas muertas y heridas e importantes daños medioambientales y económicos. 

En España, donde los incendios forestales parecen haber pasado a un segundo plano en el foco mediático por el proceso electoral, este año ya contabilizamos 20.000 hectáreas más quemadas que la media del último decenio.

Nos equivocamos al hablar de incendios forestales solo en verano

Para UGT la verdadera solución ante los incendios forestales pasa por una estrategia de lucha contra incendios basada en la prevención y en la profesionalización y estabilización de las personas trabajadoras del sector. Hay Comunidades Autónomas que siguen sin entender que no se pueden tener unidades activas solo en verano, sin planes autonómicos o municipales actualizados al contexto actual y sin acciones preventivas sobre nuestros bosques y montes que hagan a nuestras masas más resilientes y preparadas para este tipo de incendios. 

Hay que hacer el territorio menos inflamable y más resiliente al cambio climático. No podemos basarnos únicamente en adquirir más vehículos para la extinción o seguir aumentando los medios materiales, hay que cambiar el enfoque, centrándonos en la gestión del paisaje y en la educación y sensibilización para aumentar la conciencia del riesgo y tratar de reducir las negligencias, accidentes o descuidos. 

El medio rural es esencial para reducir los grandes incendios forestales. Se necesitan pueblos vivos, donde se fomenten empleos verdes y de calidad dedicado a la conservación, la restauración y el cuidado de la naturaleza y de los espacios protegidos, que ayuden a reducir la pérdida de biodiversidad, a mitigar el cambio climático y a prevenir los grandes incendios forestales. 

Si no modificamos la forma de actuar, las consecuencias de los incendios forestales serán cada vez más dramáticas. A día de hoy los incendios forestales son uno de los desafíos más importantes para nuestro país, tanto desde el punto de vista ambiental, como económico y social y las respuestas políticas tienen que estar a la altura. Hemos pasado de tener siniestros que implicaban un peligro real para nuestros bosques a tener situaciones de emergencia para la población civil, así como un elevadísimo riesgo para el personal que presta los servicios de prevención, detección y extinción. 

Por ello, UGT exige que el próximo Gobierno retome cuanto antes el trabajo de la Leyes Básicas de Bomberos y Bomberas Forestales y de Agentes Forestales y Medioambientales, que mejore las condiciones de trabajo de estos colectivos, las iguale en las diferentes CCAA y establezca un marco normativo mínimo y común, con el fin de reforzar sus funciones y garantías.