No podemos permitir que la pobreza se transmita de generación en generación
Fecha: 11 Jun 2016
Según datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida 2015 el 28,6% de la población se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, un porcentaje que se sitúa en el 33,4% entre los menores de 16 años. La tasa de pobreza infantil -la pobreza de los hogares con niños- se ha incrementado fuertemente a lo largo de la recesión económica y nuestra red de protección social ha demostrado ser absolutamente insuficiente. UGT advierte que la pobreza se transmite de generación en generación, con graves consecuencias sociales y educativas. Por eso, lo primero es atender las necesidades de la población en riesgo de pobreza o exclusión -como se ha propuesto a través de la ILP por una prestación de ingresos mínimos para las personas que, con disponibilidad para trabajar, carecen de empleo y de recursos-. Además es necesario, crear empleo estable y de calidad y elevar las rentas salariales.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dedica este año la celebración del día mundial contra el trabajo infantil a “Eliminar el trabajo Infantil en las Cadenas de Producción”, una reivindicación que la UGT comparte y que gira en torno al respeto que deben tener todas las empresas a la legislación de cada país así como a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, concretamente a la eliminación del trabajo infantil, según se precisa en los Convenios de la OIT sobre la edad mínima y sobre las peores formas de trabajo infantil.
Es en los pequeños talleres o las casas particulares donde más niños y niñas se detectan en cadenas de producción. Mayoritariamente en zonas pobres, donde los salarios y los ingresos son insuficientes o donde los sistemas educativos no aseguran la asistencia de los niños a la escuela hasta la edad mínima legal de admisión al empleo. Ámbitos, en definitiva, en los que los sindicatos son más débiles o no existen.
En España la tasa de pobreza infantil, entendida como la pobreza de los hogares con niños, se ha incrementado fuertemente a lo largo de la recesión económica y nuestra red de protección social ha demostrado ser en todo punto insuficiente ofreciendo a los hogares pobres unas prestaciones familiares muy bajas como es el caso de la prestación por hijo a cargo.
La actual situación económica está poniendo en entredicho nuestro sistema de garantías de renta y su inadecuación para dar respuesta a los efectos del crecimiento de la pobreza. Con una tasa de paro del 21% y un desempleo de larga duración cercano al 58%, la tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo es tan sólo del 52,9%,- la más baja desde 2004- y la protección social complementaria tampoco está dando respuesta a todas las personas sin ingresos, como es el caso de los salarios sociales -cuya cobertura es del 5,61%-.
Según los últimos datos publicados por el INE en su Encuesta de Condiciones de Vida 2015, se están cronificando situaciones de necesidad. No se refleja ninguna una mejora económica tal y como evidencia el hecho de que existen todavía un 13,7% de hogares que llegan a fin de mes con mucha dificultad o que los ingresos medios por persona hayan bajado respecto al año anterior
Los hogares en situación de pobreza y con niños tienen un mayor riesgo de sufrir privación de necesidades básicas. Hay familias que no pueden pagar sus facturas o ir de vacaciones pero es que el 2,6% de la población no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días -un porcentaje que se incrementa hasta el 3,2% en el caso de los menores de 16 años-, y el 10,6% no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada, el 11,1% en el caso de los menores de 16 años.
El 28,6% de la población, es decir, cerca de 1.330.000 personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, un porcentaje que se sitúa en el 33,4% en los menores de 16 años. En cuanto a los hogares, el 28,5% de los hogares formados por dos adultos con uno o más niños dependientes se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social; y el 50,1% en el caso de los hogares formados por un adulto con uno o más niños dependientes.
A esta situación se añaden las alarmantes repercusiones que en un futuro pueden tener, en nuestros actuales 2.642.281 niños pobres, esas dificultades económicas de sus familias. No podemos olvidar que las situaciones de pobreza vividas en la adolescencia suponen una desventaja en términos de empleo, de salud, de nutrición, de situación social y reducen las posibilidades de recibir una educación adecuada y desarrollar capacidades.
La pobreza se transmite generación a generación, y romper con esa tendencia es complicado si no se implementan las medidas adecuadas, apostando unas condiciones de vida dignas y por la igualdad de oportunidades para todas las personas.
UGT considera básico trabajar para lograr romper con esa herencia de la pobreza de padres a hijos porque nacer en un hogar pobre no debería significar ser pobre de por vida, y para ello apostamos, en primer lugar, por invertir en educación apoyando a las familias con especiales dificultades y lograr la escolarización de niños que viven en infraviviendas y en barrios degradados. Hay que actuar para conseguir atajar el fracaso escolar y reducir el abandono del alumnado, y esforzarse en la inclusión activa de los grupos más vulnerables.
Se debe erradicar la pobreza, especialmente la infantil, es decir la que está afectando a las familias con hijos, e incrementar la prestación por hijo a cargo dentro del sistema de la Seguridad Social y desarrollar acciones para que al menos se cubran las necesidades más básicas asegurando como mínimo la alimentación diaria y adecuada, la educación y la sanidad de los menores. Son fundamentales acciones como nuestra Iniciativa Legislativa Popular para establecer una Prestación de Ingresos Mínimos que garantice unos ingresos adecuados a las personas que, con disponibilidad para trabajar, carecen de empleo y de unos recursos económicos mínimos para sí y, en su caso, para los familiares a su cargo.
De esta forma intentamos dar una respuesta a las personas que han agotado todas sus prestaciones, carecen de rentas y de ingresos suficientes, que permitan asegurar unas condiciones mínimas para atender las necesidades más esenciales. Además de ejercer como una barrera de protección para que los niños y niñas no puedan llegar a ser objeto de redes del trabajo infantil.
Para el sindicato, un aumento de las rentas salariales es decisivo para prevenir situaciones de pobreza, y contribuye a disminuir la probabilidad de caer en la misma. No podemos olvidar la precarización que ha sufrido el empleo en nuestro país en los últimos años. El trabajo que se genera no es de calidad y ha habido un importante incremento de trabajadores pobres, con bajos salarios, algo que afecta directamente también a los menores.