La baja participación deslegitima un resultado nefasto para la clase trabajadora y la democracia en Túnez
Fecha: 07 Oct 2024
El resultado de las elecciones presidenciales en la República Tunecina que tuvieron lugar ayer, aunque previsible, tras las numerosas irregularidades que se han dado durante la campaña electoral, no es nada halagüeño puesto que la victoria del actual presidente Kais Saied apunta a un endurecimiento de sus ya poco democráticas políticas.
Estas elecciones generales han sido las primeras desde que Saied comenzara la deriva al autoritarismo que se inició con su victoria electoral en 2019 y su posterior radicalización. En 2021, Saied logró realizar un autogolpe de Estado que le permitió acabar con la inmunidad parlamentaria de los diputados de la Asamblea Tunecina, uno de los grandes logros del único país donde la primavera árabe se saldó con un claro intento de transición a la democracia, proceso que lamentablemente está fracasando. En 2023, el Gobierno de Saied convocó un referéndum con el que consiguió ampliar sus competencias como presidente, debilitando la división de poderes en Túnez. Entonces, más de dos tercios de la población se negaron a participar en esos comicios.
Todo parece indicar, que este camino, el de la abstención, es el que han elegido los ciudadanos tunecinos para protestar contra el gobierno actual, pues la participación de las elecciones generales ha caído hasta un escaso 27,7%, dato que deslegitima la victoria de Saied, que ha venido usando los poderes del Estado para impedir y limitar la presentación a estas elecciones de otros candidatos con posibilidades de arrebatarle la victoria.
La población tunecina ha confiado muy poco en estas elecciones, de hecho, en la primera vuelta de las elecciones de 2019 registró participación cercana al 50%, casi el doble que en las actuales. Además, solo un 6% ha acudido a votar en esta ocasión. Si fueron los jóvenes los que iniciaron hace trece años la primavera árabe ante un gobierno que no satisfacía sus demandas socioeconómicas, la situación ha empeorado para la siguiente generación, que se ve obligada a buscar alternativas como la emigración para poder escapar de la permanente precariedad.
Esta victoria es una mala noticia para las y los trabajadores tunecinos, pues el gobierno actual ha estado desarrollando una serie de acciones contrarias a los derechos más básicos de la clase trabajadora lo que ha ocasionado que según el informe de Derechos Humanos de la Confederación Sindical Internacional (CSI) Túnez sea un país donde los derechos laborales mínimos no están garantizados situándolo como uno de los diez peores países del mundo para la clase trabajadora. Un ejemplo de su legislación antisindical es la aprobación del Decreto número 54, en virtud del cual la mera expresión de disconformidad, protesta o reivindicación se castiga con penas de hasta cinco años de cárcel y multas de cuantías extraordinariamente altas, una clara extorsión para que los trabajadores no salgan a protestar por sus derechos.
Túnez no garantiza los derechos laborales mínimos
Esta es la realidad a la que se enfrenta la UGTT, principal confederación sindical de Túnez y una referencia para el sindicalismo árabe e internacional. La detención de sus líderes como la que sufrió Taher Mezzi, secretario general adjunto de la UGTT y los intentos del gobierno de aislar a la organización sindical de sus aliados internacionales, son algunos de los modos operandi de un gobierno claramente antisindical que teme las repercusiones de un sindicalismo libre y contestatario como el que representa esta organización.
La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores se solidariza una vez más con la UGTT, deseando que esta nueva legislatura suponga un cambio de rumbo de la legislación laboral y las relaciones entre el gobierno y la confederación, aunque no existan muchas esperanzas para creerlo. Su lucha por la defensa de los trabajadores y la democracia es una inspiración para el modelo sindical internacional, por el sindicato exhorta a la UE y sus instituciones a que ponga el respeto a la UGTT y la situación de los trabajadores como un condicionante claro para los diferentes acuerdos de financiación que existen con el país del norte de África, algunos acuerdos tan ignominioso como los que fomentan la represión violenta de las rutas migratorias a cambio de recursos económicos.
A través de la CSI y bajo las directrices de la UGTT, UGT continuará difundiendo la cruda realidad de nuestros compañeros y compañeras tunecinos frente a cualquier institución nacional y organismos internacionales.