El crecimiento económico debe llegar a todos, mejorando los salarios y los empleos de calidad
Fecha: 26 Feb 2015
La economía española ha crecido pero este crecimiento no apuntala una recuperación firme, ni aún se ha trasladado a los hogares españoles. Por el contrario, el panorama es devastador: persiste un elevado desempleo, el paro de larga duración se ha extendido, desciende la cobertura por desempleo, aumenta la precariedad y la temporalidad en los puestos de trabajo, persiste una devaluación salarial insostenible y se ha disparado la pobreza y las desigualdades sociales. Así, la renta media por habitante en nuestro país se encuentra por debajo de la media de todo el conjunto de la UE de los 28 (en 2013 nos distanciamos 8 puntos del valor logrado en 2008 y 13 puntos de la renta de la zona euro). Para crecer más y de manera más equilibrada y justa, UGT reclama, entre otras medidas: la ganancia de poder adquisitivo de los trabajadores, eje esencial para firmar el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, crear más y mejor empleo, potenciar un cambio de nuestro modelo de crecimiento y reorientar la política presupuestaria y fiscal en España, generando más ingresos y dedicando más fondos a la promoción de empleo y protección social. A nivel europeo es preciso también un cambio en la política fiscal, relajando los plazos de consolidación presupuestaria y poniendo en marcha un plan de inversiones, más ambicioso que el propuesto por el presidente Juncker.
Los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral del cuarto trimestre del año, hechos públicos hoy por el INE, confirman lo apuntado en el indicador adelantado, que se conoció el 30 de enero: la economía española registra un crecimiento del 0,7% en el cuarto trimestre de 2014, tasa dos décimas superior a la del trimestre anterior; en cuanto al crecimiento anual, se sitúa en al 2,0% frente al 1,6% del trimestre anterior.
Según señala el propio INE, como resultado de la agregación de las estimaciones correspondientes a los cuatro trimestres del año 2014, el PIB a precios corrientes, es decir, en términos nominales, varía un 0,9% y en términos de volumen un 1,4% respecto al año 2013.
La contribución al crecimiento agregado de la demanda nacional es una décima superior a la registrada en el trimestre anterior, situándose en 2,7 puntos, y la demanda exterior mejora su aportación al PIB trimestral en tres décimas respecto al trimestre pasado, aunque sigue en negativo (de -1,0 a –0,7 puntos). La variación interanual de las exportaciones mejora ligeramente, desde el 4,5% al 4,7% de contribución a la demanda, las importaciones caen nueve décimas, desde el 8,6 al 7,7%. Pero tanto las exportaciones como las importaciones presentan tasas de variación intertrimestrales inferiores a las del trimestre precedente (0,0% y -0,6% respectivamente), cayendo drásticamente este trimestre respecto al anterior (desde el 3,9% y el 5,0% respectivamente).
Esta situación de la demanda interna y externa sigue llena de riesgos y contradicciones, puesto que, la menor contribución de la demanda externa en España coincide, según señala el INE, con un crecimiento de economías europeas como Holanda (0,5%), Italia (0,0%) y Alemania (0,7%), y con un crecimiento trimestral positivo de la economía de la UE28 del 0,4%, una décima más que el trimestre anterior.
En cuanto a la situación de la demanda interna, la situación de nuevo está llena de debilidades. Mientras el gasto en consumo final de los hogares experimenta un crecimiento anual del 3,4%, seis décimas superior al del trimestre anterior, el gasto en consumo final de las Administraciones Públicas presenta una variación interanual del –0,5%, ocho décimas inferior a la del trimestre precedente, y la formación bruta de capital fijo, presenta una tasa de crecimiento interanual del 5,1%, un punto y dos décimas superior a la del trimestre anterior.
Por su parte, el empleo, en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, registra una variación trimestral del 0,7%, dos décimas superior a la experimentada en el trimestre anterior, y en términos anuales presenta una tasa de crecimiento del 2,4%, siete décimas superior a la registrada en el tercer trimestre, lo que supone un aumento neto de 392.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en un año. El empleo asalariado también crece: su tasa de variación interanual se sitúa en el 2,9% frente al 2,1% anterior. Y la remuneración de los asalariados en el cuarto trimestre de 2014 pasa del 1,8 al 2,4% en tasa anual, por el efecto conjunto del aumento del número de asalariados y de la caída en dos décimas de la remuneración media por asalariado, que sigue en negativo, y alcanza el -0,5%.
Valoración
Los datos que se han conocido hoy muestran una aparente recuperación de la economía. Y efectivamente solo aparente, porque los indicadores laborales y sociales, ponen de manifiesto que la situación sigue siendo de crisis, dado que cada vez es mayor el deterioro de la calidad del empleo y el aumento de la desigualdad y de la pobreza.
A pesar de los relativamente mejores resultados de 2014 en términos de actividad económica, no es posible afirmar que España haya salido de la crisis en un país donde hay casi cinco millones y medio de parados, que elevan la tasa de desempleo hasta casi el 24% de la población activa, en un país donde persiste y se profundiza el problema del paro entre las personas mayores de 55 años, cuya tasa de desempleo se ha multiplicado casi por tres desde 2008. De hecho, el paro de larga duración se ha ido extendiendo con el avance de la crisis hasta superar los 3,3 millones en 2014.
Además, parte de la mejora mostrada por las tasas de paro se debe al descenso de la población activa que ha ocurrido en 2014. El efecto desánimo, tras años de crisis, sumado a la consolidación de un nuevo proceso de emigración, han dado lugar a que la tasa de actividad total se ha mantenido constante durante 2014, por debajo del 60%.
Al elevado número de desempleados y el paro de larga duración se sucede el fenómeno de la precariedad en el propio desempleo. Las cifras muestran que la cobertura cada vez es menor, hasta situarse hoy por debajo del 60%.
Junto al desempleo, la temporalidad laboral constituye uno de los elementos estructurales del mercado de trabajo español, aumentando hasta el 24,2%. Y a la tradicional temporalidad se ha unido la contratación a tiempo parcial de carácter involuntario, que se mantiene en el 62,7%, con casi 1,8 millones de ocupados a tiempo parcial “atrapados” en esta situación.
El elevado nivel de desempleo y la precariedad en el empleo están provocando, por un lado, una reducción de la renta y de la capacidad adquisitiva y, por otro, importantes desequilibrios en la distribución de la renta. Como consecuencia, se observan desigualdades económicas y sociales, una extensión de las condiciones de pobreza y un deterioro de la calidad de vida en el país.
Los datos son incontestables. Desde 2010 el salario medio por trabajador ha perdido 7,1 puntos de poder de compra. El salario mínimo interprofesional también ha caído en términos reales en esa etapa: desde 2010 acumula una pérdida de poder adquisitivo de 5,1 puntos. Los empleados públicos también han sufrido una fuerte pérdida de poder de compra debido a las decisiones de los gobiernos (subidas nulas, eliminación de pagas extras, retirada de complementos) que en los últimos cinco años supone entre un 17 y un 24%.
Según los últimos datos de la Oficina Europea de Estadística, España se encuentra por debajo de la media de renta por habitante de todo el conjunto de la Unión Europea de los 28 países (95 puntos sobre 100 de la UE28). Ha ido perdiendo posiciones a lo largo de la crisis y en 2013 se distanciaba 8 puntos del valor logrado en 2008 y 13 puntos de la renta de la Zona Euro.
Y en cuanto a las pensiones, la revalorización para el año 2015 de un 0,25% no supone una verdadera ganancia de poder adquisitivo, porque si tenemos en cuenta la variación del IPC en su media anual, la ganancia de poder adquisitivo sería del 0,05 % y no el 0,65 % que refiere el Gobierno, deterioro en la capacidad adquisitiva a la que hay que sumar el efecto de copago sanitario y el efecto de las subidas de impuestos y tasas que han afectado a servicios básicos.
Así las cosas, el consumo de los hogares en nuestro país no puede recuperarse básicamente por tres razones: por la pérdida de renta causada tanto por el aumento del desempleo como por el empeoramiento de las condiciones salariales, por la falta de fluidez del crédito y por el todavía elevado endeudamiento al que están sometidos. El resultado son variaciones de precios negativas en la mayor parte de los bienes y servicios de la cesta básica de consumo, de manera que los datos de precios en 2014 muestran que la economía española adolece de una moderación excesiva de los precios, manteniéndose próxima a la deflación.
Esto es un claro reflejo de que la supuesta reactivación de la economía que apuntan algunos indicadores macroeconómicos no parece haberse trasladado a los hogares españoles. Es claro que tras años de crisis, la extensión del paro, el empeoramiento de la calidad del empleo y el ajuste en los salarios, se ha dejado sentir en la capacidad adquisitiva de las familias españolas.
Para UGT, hay tres claves incontestables para poder paliar este círculo vicioso de la economía que la recuperación llegue a todos y cada uno de los ciudadanos y trabajadores de nuestro país.
La primera de ellas es el urgente cambio de la política fiscal en Europa, con un potente plan de inversiones coordinado y relajando los plazos de consolidación presupuestaria, que debe ir más allá en su dotación que el propuesto por el nuevo Presidente Juncker. Además, hay que reconsiderar los plazos de consolidación fiscal tal y como ha propuesto la Confederación Europea de Sindicatos (CES) en su iniciativa "Un nuevo camino para Europa”, que plantea inversiones adicionales durante un período de 10 años, y que posibilitaría la creación de 11 millones de empleos en la UE. Iniciativa compartida y apoyada por la Unión General de Trabajadores.
La segunda clave es la reorientación la política presupuestaria y fiscal en España, generando más ingresos por la vía tributaria y dedicando más fondos a la promoción de empleo y protección social. Para ello, es necesario retirar la reforma fiscal del Gobierno, que no a lograr sino menoscabar los ingresos necesario para el bienestar y el desarrollo social en España. La alternativa pasa por aumentar los ingresos fiscales y distribuir los esfuerzos de forma más justa, y por priorizar los gastos presupuestarios destinados a la creación de empleo y la erradicación de las situaciones más graves de pobreza y desigualdad. En este sentido, el Gobierno debe asegurar que los Presupuestos para 2015 contienen las dotaciones necesarias para desarrollar el amplio paquete de iniciativas contenidas en el Acuerdo de propuestas para la negociación tripartita para fortalecer el crecimiento económico y el empleo, que suscribió junto a las organizaciones empresariales y sindicales en julio de este año, y que está en fase de negociación para su activación.
Y la tercera clave es la adecuación de la política de rentas general debe adecuarse a la nueva etapa del ciclo económico y a las necesidades de reactivar la demanda y la creación de empleo. Hay que elevar el salario mínimo interprofesional, aumentar el salario de los empleados públicos y establecer un plan de recuperación del poder adquisitivo perdido en la etapa de crisis, promoviendo una negociación colectiva en la empresas que tenga entre sus objetivos la ganancia de poder de compra de los salarios, como palanca esencial de reactivación de la demanda de los hogares.
Porque sin una reactivación de la demanda de las familias no es posible salir de la crisis. Por eso es imprescindible que los salarios aumenten en términos reales en este momento. La mejora salarial es garantía de más crecimiento, más empleo y más justicia en el reparto de la tarta del crecimiento y la riqueza nacional, de la que cada vez se llevan más parte los excedentes de las empresas y las rentas de los propietarios.
Por ello, la mejora salarial debe estar en el centro del contenido de un nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, que estamos en estos momentos negociando las organizaciones empresariales CEOE y CEPYME y los sindicatos UGT Y CCOO, para sustituir el vigente en el período 2012-2014, que tenía otra lógica porque respondía a otra etapa del ciclo y otras necesidades de las empresas y la economía en general. Ahora toca crecer más y de forma más equilibrada, crear más y mejor empleo y potenciar un cambio de nuestro modelo de crecimiento de futuro. Y para todo ello, los salarios deben crecer en términos reales.
En este sentido, resulta imprescindible para nuestro país llegar a un acuerdo con las organizaciones empresariales en materia de salarios, pero resulta inadmisible querer firmar un acuerdo con un contenido peor para 2015 del que se firmó para 2014. Y no tiene sentido no hacerlo cuando sí hubo acuerdo en plena recesión, en los años 2010 y 2012.
La recuperación es frágil, débil e injusta, y la salida de la crisis apunta a una mayor desigualdad y un aumento de los niveles de exclusión social y de pobreza. Por eso hoy más que nunca resulta imprescindible la negociación colectiva, que ha demostrado su histórica contribución a la consecución de los retos económicos y sociales de nuestro país durante los últimos años.