Hay que aprovechar el crecimiento para mejorar el ritmo de creación de empleo y su calidad

Fecha: 30 Abr 2015

UGT considera que el Gobierno debería aprovechar el crecimiento económico que anuncia en sus previsiones para fortalecer el tejido productivo y nuestro mercado de trabajo, mejorando el ritmo de creación de empleo y aumentando su calidad. El sindicato considera que con sus erróneas políticas de reducción de derechos laborales ha consolidado un mercado laboral caracterizado por la precariedad y la temporalidad, que ha hecho que la crisis haya durado más que en los países de nuestro entorno. 

Por ello, es imprescindible cambiar el modelo productivo y sustentarlo en actividades de alto valor añadido, políticas de apoyo al crecimiento y otra política económica que consolide la recuperación e instaure un empleo más sólido, con calidad y con derechos. 

Coincidiendo con el dato adelantado del PIB del primer trimestre, que sitúa el crecimiento económico en el 0,9% y eleva el incremento interanual al 2,6%, el Gobierno va a presentar nuevas previsiones, con un crecimiento previsto del PIB en el 2,9% para 2015 y 2016. De este modo, el Gobierno se suma al baile de cifras en que se está convirtiendo la previsión de evolución económica de España. Desde el 2,0% de previsión que el Gobierno utilizó para elaborar los Presupuestos Generales del estado para 2015, se plantea ahora la actualización hasta un 2,9%, casi un 50% más, que ya es error de cálculo.

Por otra parte, a mediados de este mismo mes, el FMI revisaba sus ya seis veces revisadas previsiones de crecimiento para España, desde el 2,0% para 2015 y el 1,8% para 2016 que preveía en el mes de enero de este año, hasta el 2,5% para 2015 y el 2,0% para 2016. De modo que, en poco más de año y medio, la previsión de crecimiento del PIB español en 2015 ha pasado de 0,8% a 2,5%, lo que da una idea de lo acertado de determinadas previsiones. Y también el Banco de España y Funcas han revisado sus previsiones al alza.

Resulta evidente que nuestro país está en periodo de crecimiento, aunque no hay tanta coincidencia en las causas, que se achacan más al ciclo, a la política del Banco Central Europeo, a la depreciación del euro y a los precios del petróleo, que a una buena situación económica real.

De hecho, todo este optimismo triunfalista en las previsiones de crecimiento queda desdibujado por la coincidencia de todas las instituciones que revisan previsiones al alza, en mantener que el crecimiento perderá pulso en 2016, lo que debería preocuparnos claramente, ya que necesitamos un crecimiento sostenido fuerte para reducir la enorme tasa de desempleo, que es el principal desequilibrio de nuestra economía.

Efectivamente, los últimos datos de la Encuesta de Población Activa sitúan la tasa de paro en el 23,9%. Además, el empleo que se está creando está suponiendo la destrucción de puestos de trabajo a tiempo completo y el incremento del tiempo parcial involuntario, consolidando la parcialidad como un elemento estructural de nuestro mercado de trabajo, que permite obtener mejores ritmos de creación de empleo, a cambio de mayor precariedad y mayor pobreza entre los que sí tienen trabajo. 

Y consolidan un nivel de temporalidad que no es acorde con la economía, consecuencia de una utilización no causal de la contratación sostenida en el tiempo y que no es ajena a que el empleo sea en nuestro país la primera y más acusada variable de ajuste ante cualquier eventualidad económica negativa en las empresas.

Además, los datos de crecimiento y de creación de empleo apuntan a que estamos asentando de nuevo el crecimiento en el sector de la construcción, y si bien hay una parte explicada por un mayor gasto público en infraestructuras por el periodo electoral, es preciso tener en cuenta, en primer lugar, que las elecciones se celebran y se acaba esto, y en segundo lugar que este país no puede permitirse otra burbuja.

Tan importante como que aumente el PIB es el modo en que lo hace. La crisis financiera ha provocado una crisis económica mayor en nuestro país porque tenemos una estructura económica débil, que se apoya fundamentalmente en sectores de bajo valor añadido y que cuenta con un tejido productivo industrial escaso, basado en empresas de muy pequeño tamaño, con poca capacidad innovadora y con escasa proyección internacional. 

Empresas que se han visto abocadas al cierre debido a la ausencia de crédito y a los enormes costes de producción ajenos a los costes laborales.

España ha destacado por la pérdida de empleo durante la crisis, pero también por la vertiginosa ampliación de la desigualdad derivada de la intensa devaluación salarial. Además, las erróneas políticas de reducción de derechos laborales que han acompañado a esta pérdida de puestos de trabajo han favorecido que la destrucción de empleos haya sido mayor y que la crisis haya durado más que en los países de nuestro entorno. 

Y también están dando lugar a que el incipiente crecimiento se refleje en un insuficiente crecimiento del empleo, de muy mala calidad y muy bajos salarios.

Aprovechar el periodo de crecimiento para fortalecer el tejido productivo es, por tanto fundamental. Y también lo es aprovecharlo para fortalecer nuestro mercado de trabajo.

Por eso, es vital un cambio de modelo productivo, sustentado en actividades de alto valor añadido; son necesarias políticas de apoyo al crecimiento, que permitan su consolidación, fundamentando el crecimiento en un tejido productivo más fuerte, con más industria y más empleo de más calidad, con mejores condiciones laborales y con mayores niveles de igualdad. 

No basta con revisar eufóricamente los datos, hay que afrontar una política económica que favorezca la consolidación del crecimiento, sobre la base de una economía mejor preparada para afrontar periodos críticos y con un empleo más sólido, de modo que no sea la variable inmediata de ajuste ante cualquier oscilación.

Fuente: UGT