Es tiempo de derogar la reforma laboral de 2012 y repartir la riqueza que se genera

Fecha: 11 May 2018

​Los datos de IPC correspondientes al mes de abril, publicados hoy por el INE, muestran un incremento de los precios del 0,8% respecto a marzo, situando la tasa interanual en el 1,1%. Este dato supone una décima menos que el mes anterior, un dato claramente coyuntural, consecuencia de la bajada de los paquetes turísticos una vez pasada la Semana Santa, que el año pasado cayó en el mes de abril.

También se publicó el mes pasado el dato adelantado de la Contabilidad Nacional Trimestral correspondiente al primer trimestre de 2018, que refleja que la economía ha crecido un 2,9% en tasa interanual.

Pero también el 26 de abril conocimos los datos de empleo del primer trimestre de 2018, con un crecimiento del desempleo, a pesar de que la Semana Santa ha caído este año en marzo. El empleo precario, de ínfima calidad, que ha provocado la reforma laboral, ofrece un panorama del mercado de trabajo donde prima la temporalidad, con un 26,1% de temporales; la parcialidad involuntaria (el 54,7% de quienes trabajan a tiempo parcial necesitan un trabajo a tiempo completo); la permanencia en el desempleo y con un paro de larga duración que alcanza a la mitad de los desempleados.

La misma reforma laboral, que además de extender la precariedad e incrementar la desigualdad en el mercado de trabajo, ha provocado una devaluación salarial que ha supuesto que los salarios hayan perdido poder adquisitivo (más de siete puntos desde 2008), y más los más bajos (un 15%) y que ha volcado la correlación de fuerzas, dejando a los trabajadores en inferioridad en la negociación colectiva.

Esa reforma que es la culpable también de que el crecimiento no se esté repartiendo debidamente. Mientras los trabajadores están viendo reducirse sus salarios, sus pensiones y sus prestaciones, los empresarios se han recuperado con creces: ganan 37.000 millones más que en 2008 (pero invierten menos), mientras la remuneración de los asalariados se sitúa en 10.000 millones menos.

Para UGT, esta situación no puede mantenerse eternamente. 2018 tiene que ser el año del reparto equitativo de la riqueza. La propuesta empresarial en la mesa de negociación del nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) supone continuar ahondando en la pobreza y la desigualdad laboral. Las empresas, que hoy están ganando mucho, no pueden continuar oponiéndose a un reparto más equilibrado del crecimiento.

Mejorar el poder adquisitivo de los salarios es fundamental para garantizar la sostenibilidad en el tiempo del crecimiento económico, además de ser imprescindible para reducir las desigualdades sociales y la pobreza.

UGT reclama en la negociación colectiva salarios mínimos de 1.000 euros al mes en cada convenio, impulsando el crecimiento de los salarios más bajos. No parece que esto sea una barbaridad y la patronal lo sabe.

A su vez, el 1,6% es el incremento mínimo que deben tener los salarios en 2018. Porque no es posible que en una situación como la actual, con crecimiento económico por cuarto año consecutivo y con las empresas obteniendo más beneficios que al final de la anterior etapa expansiva, los salarios no participen de esa mejoría. Y a ese 1,6% se le deben sumar la productividad real que generan los trabajadores y las trabajadoras en las empresas, y un aumento adicional –que UGT estima en 1,5 puntos- para ir compensando la pérdida de poder adquisitivo acumulada de manera gradual.

Además, el sindicato apuesta por introducir cláusulas de garantía salarial, que preserven el poder adquisitivo negociado de las posibles variaciones de los precios.

Pero no solo deben subir los sueldos privados. UGT también exige que se incrementen las rentas del sector público; tanto los salarios de los empleados públicos, como las prestaciones sociales y las pensiones. El crecimiento tiene que llegar de una vez por todas a las familias.

Es tiempo de derogar la reforma laboral y es tiempo de repartir la riqueza que se genera.

Es evidente que las organizaciones empresariales no están dispuestas a un reparto más justo del crecimiento, a pesar de que su presidente ha reconocido y criticado los bajos salarios de España, la última vez esta misma semana.

Por ello, UGT mantendrá vivo el proceso de movilizaciones para exigir lo que, en justicia, corresponde a los trabajadores y que reclaman, tal como empresarios y Gobierno proponen, de manera escalonada. De ahí el 1,5% de recuperación de poder adquisitivo para este año, y no los siete puntos y medio que se han perdido desde 2008. La propuesta empresarial solo ahonda en una devaluación salarial que hace peligrar el crecimiento, incrementa la desigualdad y nos pone en puestos de cabeza de Europa en pobreza laboral.

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​Gonzalo Pino, Secretario de Política Sindical de UGT

Fuente: UGT