El crecimiento actual consolida la desigualdad, la exclusión y la pobreza en nuestro país

Fecha: 12 Feb 2016

​Los datos de IPC correspondientes al mes de enero muestran una senda descendente de los precios que refleja claramente una salida de la crisis todavía muy alejada. La población de nuestro país continúa perdiendo poder adquisitivo, lo que imposibilita a la economía salir adelante con perspectivas reales de recuperación.

Para UGT, resulta fundamental un incremento de las rentas que empuje la demanda interna y el consumo, y para ello es imprescindible crear empleo de calidad, estable y digno. El crecimiento que se pregona desde los ámbitos políticos y empresariales es inestable e incierto, y no solo ha sido cuestionado a nivel internacional, sino que en nuestro país ya existe una evolución a la baja de la Bolsa y un incremento de la prima de riesgo. 

Este crecimiento consolida cada vez más la desigualdad, la exclusión y la pobreza, y existe la amenaza cierta de una tercera recesión, por lo que UGT demanda un cambio radical y urgente en las políticas económicas, que consolide un modelo productivo basado en mayor innovación y en empleo estable y de calidad, con el fin de lograr un crecimiento equilibrado, sostenible, integrador y duradero.  

Según los datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC continúa con su senda descendente, y cae un punto y seis décimas por debajo del mes anterior, hasta el -1,9%, confirmando lo que ya se había publicado en el avance, y situando la variación en los últimos doce meses en un -0,3%, tres décimas menos que la registrada en diciembre.

La inflación subyacente, que mide la variación general de precios descontando los alimentos no elaborados y los productos energéticos, continúa en el 0,9%, igual que en diciembre, y más de un punto por encima del IPC general.

Por su parte, en este mes de enero la tasa de variación anual del IPC Armonizado (IPCA) disminuye tres décimas respecto a diciembre y se sitúa en el –0,4%. La variación mensual es del -2,5%.

De este modo, el IPCA de España se sitúa ocho décimas por debajo de la tasa media de la eurozona, que sube al 0,4%, según el dato adelantado, lo que supone dos décimas por encima del mes anterior. España lleva 29 meses consecutivos registrando tasas de variación del IPC inferiores a las de la eurozona y este mes incluso ampliamos este diferencial negativo.

Conclusiones

Los precios continúan con una atonía que resulta más preocupante si cabe dadas las perspectivas económicas internacionales. Una tasa de -1,9% refleja que la salida de la crisis todavía está muy alejada. La pérdida de poder adquisitivo de las familias se ve claramente reflejada en la imposibilidad de la economía española de salir adelante con perspectivas reales de recuperación.

España necesita una política de rentas que permita un empuje a la demanda interna y al consumo y para ello es fundamental el incremento de rentas contemplado en el III AENC, que permitiría una ligera recuperación de parte del poder adquisitivo perdido durante los peores años de la crisis. Pero esto debe venir acompañado de una recuperación del poder adquisitivo de las rentas dependientes de las políticas públicas: el salario de los empleados públicos, el SMI y las prestaciones sociales.

El aumento de la renta de las familias debe además conjugarse con el aumento de las personas con acceso a renta, es decir, fundamentalmente, de las personas con empleo; con empleo cierto, estable, de calidad, con un salario y unas condiciones de trabajo dignas, en definitiva, con todo aquello que ha venido siendo atacado mediante la reforma laboral de 2012, y sus secuelas, y que lejos de permitir un despegue del empleo, ha generado un crecimiento con nula proyección en empleos de calidad y un incremento vertiginoso y preocupante de la dualidad y de la pobreza laboral, mediante empleos parciales con salarios miserables.

Indudablemente, estamos creciendo en términos de PIB, pero el mantenimiento de una senda de crecimiento, cuestionado en el nivel internacional, se ve igualmente puesto en duda en términos nacionales. A la desaceleración de la economía china, la incertidumbre de Grecia y la crisis de los países emergentes, acentuada por la bajada de precios de las materias primas, se une ahora una evolución a la baja de la bolsa española y un incremento de la prima de riesgo, provocados por la situación económica internacional, pero también en buena medida por las amenazas europeas de ajuste inmediato tras la investidura de un nuevo gobierno, e incluso de sanciones por la tardanza en el ajuste derivada de la inexistencia de gobierno.

Algo tendrán que ver el Eurogrupo y la Comisión, que permitieron la aprobación de unos Presupuestos puestos en duda por ellos mismos, lógicamente, dada su falta de rigor. Pero no los echaron para atrás, en una intromisión insólita de las instituciones europeas en la campaña electoral española. Ahora Europa tiene prisa en que se ajuste el Presupuesto, e incluso se permite amenazar con sanciones si no se ajusta de inmediato. Pero no hay que olvidar su responsabilidad en ello, algo que en ningún caso se le hubiera permitido al gobierno griego ni, probablemente, a un gobierno español de otro color.

Europa tiene la obligación de permitir el crecimiento de sus miembros y no puede continuar ahogando las economías en aras de un dígito de déficit público imposible de garantizar sin una estructura económica fuerte, que sea capaz de aguantar los vaivenes derivados de variaciones coyunturales de precios de las materias primas o de alteraciones en la senda de crecimiento de países ajenos al área. El BCE está intentando que los precios manifiesten una menor atonía y lo está haciendo con política expansiva, como no podía ser de otra manera.

El crecimiento al que asistimos en nuestro país es increíblemente inestable y delicado, y las políticas practicadas en España en los últimos años se han caracterizado por un debilitamiento de la estructura económica, una creciente desigualdad social y un agravamiento de los índices de pobreza y exclusión social.

Más pobres, más trabajadores pobres, más exclusión, mayor desigualdad, más dualidad en el mercado laboral, mayor temporalidad, una precariedad que alcanza a todo el espectro laboral y una pérdida de protección que se refleja en todas las estadísticas sociales.

Los cuatro años de gobierno del Partido Popular han provocado una situación increíblemente más delicada de los trabajadores, de las personas, mientras no se han reflejado en absoluto en una mejora de la economía, más allá de la evolución correspondiente al ciclo.

Sorprendentemente, siguen teniendo fama de buenos gestores, cuando la situación económica, en un momento de crecimiento, es más delicada incluso que a finales de 2011, en que estábamos en una segunda recesión: existe la amenaza de una tercera recesión, pero tenemos menos industria, menos empleo y de peor calidad, y no hay margen para aumentar la deuda pública, mientras se ponen en cuestión los logros en materia de déficit. En esta ocasión no hay que esperar a que la Comisión rectifique los datos españoles; directamente el Presidente en funciones ha reconocido que el déficit de 2015 superó en tres décimas el objetivo.

La crisis sigue enquistada en nuestro país, mientras el gobierno en funciones sigue tan complaciente con un modelo incompatible con el progreso social y la igualdad, e incluso con una estabilidad del crecimiento económico. Se crea empleo temporal, parcial y precario, que convive con una extensión insostenible del paro de muy larga duración y del número de hogares con todos sus miembros en paro.

Y en este escenario el consumo se resiente, y este hecho se refleja en la evolución de los precios, por lo que urge en España recuperar las rentas salariales y de este modo revitalizar la demanda interna. Porque para mantener esta nueva fase de expansión, los salarios deben ganar poder de compra.

Pero lo que urge es un cambio radical en las políticas económicas. Y es preciso que Europa asuma que nuestro país también debe participar de una política más expansiva. Salimos de la recesión, pero si continuamos con una política restrictiva como la exigida, y dada la actual situación delicada de nuestra economía, nos encontraremos en un país en quiebra a poco que nos afecte la amenaza recesiva internacional.

Porque ya no hay margen de ajuste. Y una buena demostración es la atonía de los precios.

Es necesario reaccionar cuanto antes y por ello, desde UGT exigimos un nuevo rumbo para la política económica y social, una estrategia integral hacia un nuevo modelo económico y social para nuestro país. España necesita crear buenos empleos y buscar fórmulas para mejorar la innovación de las empresas y aumentar su productividad, junto con el desarrollo de políticas de distribución, en las que la negociación colectiva, que es donde se gesta la distribución primaria de la riqueza, tiene un papel fundamental.

Se trata de garantizar el mantenimiento de una senda de crecimiento y reconstruir el modelo social europeo, con una sociedad cohesionada, con igualdad de oportunidades y con derechos conseguidos mediante la negociación colectiva. El próximo gobierno deberá lograr un crecimiento equilibrado, sostenible e integrador, generar más y mejor empleo, de calidad y con derechos, y elevar el bienestar y la calidad de vida de toda la ciudadanía, corrigiendo la desigualdad y la pobreza que la crisis y las políticas aplicadas han generado.

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Valoración de Toni Ferrer, Secretario de Acción Sindical de UGT

Fuente: UGT